Construir el de árbol de valores en nuestra familia fue todo un reto. Pues, al principio de la cuarentena cuando nos llegaban las tareas diciendo que el Conejo Ramón nos ayudaría en dicha construcción, nos preguntábamos y ¿Quién es el tal conejo Ramón? Y de ¿Cuál árbol nos hablan? ¿Acaso era el árbol donde vivía Ramón y toda su familia?
Luego, empezamos cada semana a decorar hojita por hojita del árbol, con los valores que nos decía la profesora: Amor, amistad, sinceridad, bondad, alegría, respeto, paciencia, entrega, responsabilidad, compromiso, tolerancia, libertad, humildad y generosidad. ¡Cuánto nos ayudó a cuestionarnos si realmente estábamos viviendo dichos valores en nuestra familia, cuáles eran los que más ejercíamos y sobre cuáles debíamos trabajar más!
Teniendo listas las hojas no podíamos dejar un árbol sin sus frutos, porque como nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos” Mt 7:16-17. Así que, con nuestra pequeña, decidimos adornar nuestro árbol con frutos como gozo, paz, esperanza, ternura, comprensión, confianza, caridad, fe en Dios, gratitud, sencillez y resiliencia.
En fin, damos gracias a Dios y al colegio por este proyecto, pues nos ayudó a afianzar nuestra identidad como familia, en estos momentos en donde se pone a prueba la clase de personas que somos y la clase de personas que estamos formando en nuestros hijos.
Elevamos oraciones por todas las familias, que, en estos tiempos de crisis, están pasando por dificultades temporales y espirituales y nos confiamos al amparo de la Santísima Virgen María para que a ejemplo de la familia de Nazaret podamos vivir en un hogar feliz.
Oración por un Hogar Feliz
Señor Jesús, Tú viviste en una familia feliz. Haz de esta casa una morada de tu presencia, un hogar cálido y dichoso.
Venga la tranquilidad a todos sus miembros, la serenidad a nuestros nervios, el control a nuestras lenguas, la salud a nuestros cuerpos.
Que los hijos sean y se sientan amados y se aleje de ellos para siempre la ingratitud y el egoísmo.
Inunda, Señor el corazón de los padres, de paciencia y comprensión y de una generosidad sin límites.
Extiende, señor Dios, un toldo de amor para cobijar y refrescar, calentar y madurar a todos los hijos de la casa.
Danos el pan de cada día, y aleja de nuestra casa el afán de exhibir, brillar y aparecer; líbranos de las vanidades mundanas y de las ambiciones que inquietan y roban la paz.
Que la alegría brille en los ojos, la confianza abra todas las puertas, la dicha resplandezca como un sol, sea la paz la reina de este hogar y la unidad su sólido entramado.
Te lo pedimos a Ti que fuiste un hijo feliz en el hogar de Nazaret junto a María y José. Amén.
Familia Quintero Roa
Transicion
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